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De las posesiones demoníacas a la Neurociencia: la historia de los trastornos mentales
🧠 La historia de la psicología es también la historia de nuestra humanidad: de siglos de estigma y castigo a una ciencia que hoy busca comprender, tratar y acompañar el sufrimiento con evidencia y compasión 🧠
La Psicología ha recorrido un largo camino desde que se atribuían los trastornos mentales a demonios o castigos divinos. Hoy vivimos una revolución en la comprensión del malestar psíquico: una mirada científica, integradora y más humana. En la Newsletter trazamos un recorrido histórico para entender cómo hemos llegado hasta aquí. Porque comprender el pasado nos ayuda a valorar lo conquistado y a seguir avanzando hacia una salud mental más accesible, empática y libre de tabúes.
— Natalia Menéndez, Pol Bertran
La evolución de la comprensión de los trastornos mentales 📖🧠
Actualmente estamos viviendo toda una revolución en el ámbito de la psicología. El interés por la salud mental y la psicoterapia se ha disparado en los últimos años, lo que ha permitido a la población general acercarse un poco más a esta ciencia tan apasionante. Si bien la psicología es un campo joven en comparación con otras disciplinas, podemos decir que hoy es una rama de conocimiento científica que no deja de expandir su conocimiento sobre la conducta humana.
Aunque en el momento presente la psicología está viviendo un momento dulce, lo cierto es que su consolidación tal y como hoy la conocemos es bastante reciente. Por ello, hoy vamos a hacer un recorrido histórico para comprender sus orígenes más remotos y cómo hemos llegado al punto actual a lo largo de los siglos.
Lo que hoy conocemos como enfermedades mentales o psicopatologías era hace unos siglos calificado como “locura”. Las diferentes culturas y civilizaciones fueron variando en su manera de interpretar este fenómeno.
En la Grecia antigua el planteamiento más interesante fue el de Hipócrates. Él sostenía que los trastornos mentales eran consecuencia de un desequilibrio en los fluidos corporales (sangre, bilis negra, bilis amarilla, flema). Aunque hoy esta idea nos resulta muy primitiva, lo cierto es que esta aportación fue clave para orientar futuros estudios en el ámbito de la medicina. Además, la propuesta hipocrática rompió con las creencias imperantes de su época, que vinculaban los padecimientos mentales con las fuerzas divinas y sobrenaturales.
Ya en la edad media, la manera de percibir los problemas mentales se fue vinculando a cuestiones religiosas y espirituales. Así, se pensaba que la locura era una especie de posesión demoníaca o castigo divino. Esta concepción tuvo un impacto mucho más negativo que la visión de Hipócrates, ya que supuso un trato cruel y deshumanizado hacia las personas afectadas por estas enfermedades. Esto podía incluir encarcelamientos, ejecuciones y flagelaciones.
El Renacimiento fue una época más amable y cercana al concepto de salud mental actual. El individuo empieza a estudiarse como un ser complejo, dotado de pensamientos y emociones. Las cuestiones demoníacas propias de épocas anteriores empezaron a ser puestas en duda. También se plantea la necesidad de otorgar un trato más humano y compasivo hacia las personas afectadas por problemas mentales.
Es en el siglo XIX cuando comienzan a establecerse las bases de la psiquiatría moderna. Empezaron a crearse instituciones específicamente orientadas al tratamiento de las enfermedades mentales. No obstante, las condiciones de estos espacios eran con frecuencia insalubres, por no hablar del intenso estigma social. A pesar de que aún falta mucho para lograr una atención de calidad para los enfermos mentales, en esta época se inician los primeros intentos de clasificación de las distintas psicopatologías.
El siglo XX se consolida como una época muy fructífera para la psicología. Es en este momento cuando surge el nacimiento de las escuelas psicológicas tal y como hoy las conocemos. Cabe destacar la aparición del Psicoanálisis de la mano de Freud, a quien debemos atribuir el desarrollo de la psicoterapia verbal y la introducción de una compleja teoría alrededor del concepto de inconsciente.
Igualmente importante es el surgimiento del Conductismo de la mano de autores como Watson y Skinner, que a diferencia de Freud enfatizan el valor de la conducta observable como unidad de medida para una investigación metódica. En este siglo también vive sus inicios el Humanismo gracias a Rogers y Maslow, autores pioneros a la hora de desarrollar una psicología que sitúa a la persona en el centro, fomentando la empatía, el crecimiento personal y el trabajo terapéutico que acentúa las fortalezas de los individuos. Tampoco podemos olvidar el cognitivismo, que otorgó gran peso a nuestros pensamientos y su influencia sobre las emociones y la conducta.
En el siglo XXI estamos configurando una psicología más integrada. La distancia entre escuelas se ha ido reduciendo en favor de una mirada biopsicosocial. Aunque los primeros acercamientos al sufrimiento humano se dieron desde una mirada biomédica, hoy sabemos que las variables que influyen en el malestar psicológico son biológicas, sociales, culturales… Se apuesta por terapias basadas en la evidencia científica aunque se empieza a cuestionar la validez de las categorías diagnósticas tradicionales. La perspectiva transdiagnóstica que busca variables comunes a todos los trastornos psicológicos va cobrando fuerza en los últimos tiempos. Añadido a todo lo anterior, la neurociencia y sus avances han permitido a la psicología entender mejor el sustrato cerebral que subyace a muchos procesos mentales. Esto ha favorecido un diseño de tratamientos cada vez más afinado y eficaz.
Aunque ninguno de estos avances es desdeñable, uno de los pasos clave en la psicología contemporánea tiene que ver con la ruptura del estigma. Tras siglos de trato deshumanizado, hoy la psicología está llegando a todas las personas para superar tabúes. Las personas hablan con una naturalidad cada vez mayor de sus problemas psicológicos y de la importancia de recibir tratamiento psicológico cuando esto sucede. Por ello, la psicología actual no sólo es más científica, sino que también es mucho más humana.
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