"El contacto con la naturaleza": cómo nos beneficia salir de la gran ciudad

¡Hola! En la Newsletter de hoy hablaremos acerca de la importancia del contacto con la naturaleza en nuestra salud mental, pues buscar tiempos lejos del estrés y ritmo de vida en las grandes ciudades es esencial para nuestro bienestar. Del mismo modo, entenderemos cómo esa vida urbana afecta a nuestra mente y, como siempre, haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología.

¡Empezamos!

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

La importancia del contacto con la naturaleza para la salud 🌲

Cuando experimentamos situaciones estresantes, lo primero que sentimos es la necesidad de tomar distancia del bullicio. Nuestra mente busca paz y tranquilidad, un estado que nos puede ofrecer el contacto con la naturaleza.

Aunque el medio natural ha sido nuestro hábitat durante miles de años, la realidad es que actualmente una gran parte de la población vive inmersa en los núcleos urbanos, donde el verde y la calma se cambian por ruido y asfalto. Residir en un entorno urbanizado, especialmente cuando se trata de grandes ciudades, lleva a los habitantes a desconectarse por completo de la naturaleza. Más allá de las preferencias sobre el lugar en el que deseamos vivir, parece que renunciar al contacto con el entorno natural supone un coste para la salud.

Y es que esta situación supone un mal de la era moderna, pues permanecer en un medio artificial lejos del aire fresco y la luz solar va en contra de nuestra biología. Nuestro organismo está preparado para estar en activo, y tomar distancia de la naturaleza implica un estilo de vida más solitario y sedentario.

Uno de los pioneros en hablar de la relación existente entre la salud y el contacto con el medio natural en entornos occidentales fue el periodista Richard Louv. Él introdujo el término “síndrome de déficit de naturaleza”, con el cual hace referencia a esas consecuencias para nuestra salud que aparecen cuando carecemos de tiempo en zonas verdes.

Entre otras, estas incluyen dificultades atencionales, enfermedades cardiovasculares e incluso depresión. Los efectos son aún más incisivos durante la infancia, pues la naturaleza es fundamental para un desarrollo físico y mental pleno. ¿Por qué la naturaleza nos beneficia tanto? Pues bien, esto se debe a diferentes motivos:

• Cuando permanecemos en la naturaleza se reduce la contaminación, incluyendo también aquella de tipo acústico. En ella podemos respirar un aire mucho más limpio y disfrutamos de sonidos suaves y agradables. Esto permite evitar la sobreestimulación del sistema nervioso.

• Al estar en mayor contacto con la naturaleza, nuestro estilo de vida suele volverse más activo. Al ejercitarnos más, nuestra salud física y mental mejora, ya que como comentábamos más arriba nuestro organismo está diseñado para permanecer en movimiento.

• En medios naturales podemos aumentar el contacto social, algo que en las ciudades puede ser difícil. Aunque resulte paradójico, en entornos masificados de gente aparece cierta deshumanización, de manera que los habitantes suelen sentirse más aislados que aquellos que viven en áreas naturales menos pobladas.

Por todo ello, pasar tiempo en la naturaleza puede ser un excelente antídoto contra el estrés. Con ello, no sólo es posible mejorar el bienestar psicológico, sino además prevenir el desarrollo de diversas enfermedades.

Las investigaciones al respecto indican que aumentar el tiempo que pasamos en zonas naturales puede ser una estrategia clave de salud. Es por ello que en los últimos años se vienen diseñando ciudades con un urbanismo orientado a dicho objetivo.

Cada vez son más los núcleos urbanos que buscan reducir el uso de los coches, fomentando el uso de transporte público y aumentando las áreas verdes y las calles peatonales. Dado que vivir en la ciudad es para muchos la única alternativa, hacer de estos entornos unos más saludables representa una urgencia en la época que vivimos.

Riesgos mentales de vivir en grandes ciudades 🏢

Para muchas personas vivir en la ciudad es un imperativo, algo habitualmente asociado a la búsqueda de oportunidades laborales y servicios. Sin embargo, acorde a todo lo que venimos comentando, los habitantes de las grandes ciudades suelen pagar el precio de las oportunidades con su propia salud, especialmente la mental.

La ya mencionada contaminación, el bullicio, las aglomeraciones, los atascos, la saturación…son variables que conducen a elevar el nivel de estrés de las personas. Esto hace que, de partida, quienes viven en la ciudad posean más riesgo de desarrollar problemas emocionales. De acuerdo con un estudio de la revista Nature, vivir en la urbe dispara la probabilidad de padecer ansiedad un 21 %, así como un 29% la de sufrir trastornos del estado de ánimo.

El problema es que la sociedad se encuentra en este momento en un círculo vicioso, por el cual cada vez son más quienes acuden a las ciudades buscando una vida mejor ante el desempleo y la escasez de servicios en el medio rural. Aunque las zonas verdes nos brindan tranquilidad, no es posible vivir sanos si no contamos con un trabajo digno que nos permita subsistir.

Es por ello que reducir el riesgo que las ciudades traen para la salud pasa por diseñarlas de nuevo por completo, entendiendo que los tiempos han cambiado y no tiene sentido que el urbanismo permanezca igual que hace unas décadas.

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