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El poder de los pensamientos positivos: ¿cómo puedo ser más optimista? 💪

Ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Los pensamientos positivos nos ayudan a afrontar la vida con más confianza en nosotros mismos, pero son una habilidad que debe trabajarse.

¡Hola! En la Newsletter de hoy hablaremos de la importancia de fomentar los pensamientos optimistas, una habilidad que nos ayuda a afrontar la vida con más seguridad. Además, entenderemos cómo nos perjudican los pensamientos negativos y, como siempre, repasaremos la más interesante actualidad en el mundo de la Psicología.

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

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El poder del optimismo ❤️

Seguramente hayas oído mil veces eso de que el vaso puede verse medio lleno o medio vacío. Esta metáfora nos recuerda que una misma situación puede analizarse desde distintas perspectivas, algunas en clave más positiva que otras.

Lo cierto es que cada uno de nosotros utilizamos unas “gafas” que nos hacen filtrar la realidad acorde a nuestras experiencias previas, aprendizajes o creencias. Estas gafas invisibles son altamente poderosas, ya que el cómo interpretemos un evento repercutirá indudablemente en las emociones que éste nos despierta.

Lejos de lo que se suele pensar, desarrollar un pensamiento más positivo no nos va a librar de sufrir o transitar dificultades. Las emociones difíciles son necesarias para nuestra supervivencia y es fundamental atravesarlas en lugar de huir de ellas. Sin embargo, estas pueden ser más llevaderas cuando la situación que las desencadena se analiza de madera ajustada a la realidad, sin caer en polaridades.

El problema del pensamiento positivo es que a menudo se entiende de forma inadecuada, asumiendo que para ser optimista uno debe fingir que se siente bien cuando no es así. Aceptar con apertura lo que sentimos no está reñido con analizar nuestros pensamientos y corregir algunos sesgos que los distorsionan.

De hecho, ambas cosas son clave para procesar bien nuestras emociones y afrontar de forma más eficiente la adversidad. Entre los sesgos cognitivos más frecuentes nos encontramos los siguientes:

  • Focalizar en lo negativo: Nos enfocamos exclusivamente en un detalle negativo de toda una situación, magnificando su importancia.

  • Pensamiento catastrófico: Anticipamos el peor resultado posible de una situación inminente.

  • Pensamiento blanco o negro: Ver las cosas de forma polarizada, con dicotomías como siempre/nunca, todo/nada, bien/mal…

  • Generalizar: Extraer conclusiones de una o pocas experiencias concretas, aplicándolas a otras situaciones no relacionadas.

  • Etiquetar: Ponerse etiquetas peyorativas a uno mismo o a los demás. Por ejemplo: “soy un desastre” / “soy lo peor”.

Estos y otros muchos sesgos pueden hacer que nuestra interpretación de la realidad nos haga sufrir más de lo necesario. Lo doloroso se vive como insoportable, un mal día empaña una semana entera… lo que indudablemente afecta a nuestra salud física y mental.

Pensar de forma ajustada nos permite procesar mejor lo que sentimos, lo que a su vez ayuda a que nuestro organismo funcione fisiológicamente mejor. Quienes disfrutan de un buen equilibrio emocional suelen filtrar la realidad con unas gafas adecuadas, lo que les permite tener un sistema inmune más fuerte, lidiar mejor con el estrés y, por consiguiente, reducir su riesgo de enfermar.

¿Qué podemos hacer para enfocar nuestros pensamientos de forma más positiva? Pues bien, aquí van algunas ideas:

  • Utiliza el humor: Aprender a reírse, relajarse y relativizar ciertas cosas es de gran ayuda para transitar los momentos complicados.

  • Mantén un estilo de vida saludable: Cubrir nuestras necesidades básicas es fundamental para poder tener un buen estado emocional. Descansar, comer bien y hacer ejercicio son pilares sin los cuales nuestro bienestar psicológico es difícil de alcanzar.

  • Rodéate de personas nutritivas: El entorno social juega un papel clave en nuestra salud mental. Si nuestros allegados son personas que nos aportan carga positiva, será más probable que nuestros pensamientos vayan en esta dirección.

  • Practica la autocompasión, sé amable contigo misma: Es importante que revises la forma en la que te hablas. No te juzgues con dureza si cometes un error, permítete tener malos días. Si no te nace hablarte con cariño, al menos hazlo de forma neutra, sin descalificarte.

¿Cómo nos perjudican los pensamientos negativos? 🪫

Acorde a todo lo que venimos comentando, te podrás imaginar que los pensamientos negativos no son los mejores aliados para sobrellevar las dificultades. Este tipo de contenidos mentales nos hacen tirar piedras sobre nuestro propio tejado. En otras palabras, nos ponen aún más difícil el afrontar los problemas de la vida.

Los pensamientos negativos suelen ser irracionales, es decir, distorsionan nuestra visión de la realidad y están lejos de la lógica. Suelen ser automáticos, aparecen sin que ni siquiera nos demos cuenta, lo que hace que modificarlos resulte difícil.

Se trata de pensamientos que se presentan de forma polarizada, con términos extremistas. También pueden atentar directamente contra nuestra persona, recordándonos que todo lo hacemos mal y nunca vamos a salir del problema que tenemos delante.

Por consiguiente, estos pensamientos son claros enemigos de nuestra autoestima. Nos hacen sentir insuficientes e inseguros. Esto hace que las dificultades nos parezcan una montaña imposible de escalar, reduciendo nuestra resiliencia. Añadido a todo esto, los pensamientos negativos suelen ser rígidos, es decir, nos impiden fluir acorde a las circunstancias.

Si, por ejemplo, pienso que tendría que hacer algo en una situación determinada (“tendría que ser menos sensible”, “tendría que ir a ese plan”), no contemplaré otras formas de actuar más allá de esa autoimposición. Por último y no menos importante, los pensamientos negativos nos hacen vivir las emociones difíciles con mayor intensidad y duración. Muchas veces nos hacen incluso anclarnos en ellas, imposibilitando que podamos atravesarlas de manera sana.

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