¿Por qué formar una familia ya no es una prioridad?

🧠 La natalidad entre las generaciones más jóvenes se está desplomando. Desde el coste de la vivienda a la búsqueda de libertad, exploramos las razones detrás de este fenómeno 🧠

Cada vez son menos los jóvenes que deciden tener hijos, y no es casualidad. En un contexto marcado por la precariedad laboral, la falta de políticas de conciliación y un cambio profundo en los valores sociales, la maternidad y la paternidad han dejado de ser un paso natural para convertirse en una elección difícil y, a menudo, aplazada. En la Newsletter de hoy analizamos los principales factores que explican este fenómeno y lo que revela sobre nuestra sociedad actual.

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

¿Por qué los jóvenes cada vez tienen menos hijos? 🍼

La natalidad en países como España sigue una curva descendente que parece no encontrar freno. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de nacimientos alcanzó el año pasado su mínimo histórico, con una caída del 24,4% en la última década. Paralelamente, se retrasa cada vez más la edad en la que las mujeres se convierten en madres. Hoy, los partos entre mujeres mayores de 40 años aumentan, mientras que los de madres menores de 25 se vuelven cada vez más infrecuentes.

Este cambio demográfico no obedece a una única causa. Se trata más bien de una combinación de factores económicos, sociales y culturales que condicionan las decisiones reproductivas de las nuevas generaciones. A continuación, exploramos algunos de los más relevantes:

  • Dificultades económicas y falta de autonomía
    La situación económica de los jóvenes dista mucho de la que vivieron sus padres. Los sueldos bajos y los precios inasumibles de la vivienda dificultan enormemente la independencia. Para quienes aún comparten techo con sus progenitores y no llegan a fin de mes, plantearse formar una familia no es una opción realista.

  • Un cambio en los valores y prioridades vitales
    Hoy, tener hijos ya no se considera un destino inevitable. Cada vez más personas se cuestionan si realmente desean ser madres o padres. La libertad de elección ha abierto la puerta a otros modelos de vida, igual de válidos y plenos, que no incluyen la crianza como eje central.

  • Inestabilidad laboral y futuro incierto
    A diferencia de generaciones anteriores, que podían aspirar a una carrera estable en la misma empresa, los jóvenes de hoy se enfrentan a empleos precarios, contratos temporales y un mercado laboral inestable. Esta incertidumbre dificulta la planificación a largo plazo, incluida la de formar una familia.

  • Conciliación familiar: el gran reto pendiente
    La entrada masiva de mujeres al mercado laboral no ha ido acompañada de los cambios estructurales necesarios. Las empresas continúan funcionando con esquemas obsoletos que dificultan compatibilizar la vida profesional con la personal. La falta de medidas de conciliación obliga a muchas personas a escoger entre su carrera y su vida familiar. Y aunque esta elección se presenta como libre, lo cierto es que está fuertemente condicionada por una ausencia de apoyo institucional.

  • Las secuelas de la pandemia
    El impacto emocional, económico y social de la crisis del COVID-19 sigue presente. Muchas personas se replantearon su proyecto de vida durante aquellos años difíciles. Pérdidas, rupturas, agotamiento emocional… Todo ello ha contribuido a que la idea de formar una familia se postergue o incluso se descarte.

  • Una cultura enfocada en el presente
    Vivimos en una sociedad que prima el placer inmediato, la libertad personal y la búsqueda constante de experiencias. Esta mentalidad dificulta asumir compromisos a largo plazo y resta atractivo a los sacrificios inherentes a la crianza. El cuidado, la paciencia o la entrega dejan de ser valores deseables frente al ideal de autonomía y disfrute constante.

La conciliación, una pieza clave ♟️

Entre todos los factores mencionados, la conciliación entre vida laboral y familiar merece un capítulo aparte. Es un requisito esencial para muchas familias, y sin embargo, sigue siendo una promesa incumplida.

Para revertir esta tendencia, harían falta medidas como promover modelos de corresponsabilidad en el hogar, donde ambos progenitores asuman el cuidado de forma equitativa; fomentar políticas empresariales que favorezcan la flexibilidad y la conciliación; o reforzar el papel de los sindicatos como impulsores de estos cambios.

Y, por supuesto, facilitar que cada persona pueda tomar decisiones informadas y realistas sobre su maternidad o paternidad, sin que ello suponga renunciar a sus otras aspiraciones vitales.

En definitiva, tener hijos se ha convertido en una elección cada vez más meditada, más consciente y, en muchos casos, más difícil. Y eso dice mucho —no sólo de los jóvenes— sino también del tipo de sociedad que estamos construyendo.

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