Adicción a la felicidad: la imposición de sentirnos siempre bien

En esta sociedad capitalista, la felicidad ha pasado de ser un elemento abstracto a un bien de consumo más. Nos han hecho "adictos" a ser felices.

¡Hola! En la Newsletter de hoy analizaremos cómo la sociedad capitalista en la que vivimos ha convertido la felicidad en un bien de consumo más, haciendo que seamos “adictos” a ser felices. Del mismo modo, veremos cómo las redes sociales han hecho que nos estemos comparando siempre y, como siempre, presentaremos el nuevo episodio de nuestro podcast y haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología.

¡Empezamos!

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

¿Nos hemos hecho “adictos” a ser felices? 💊🥰

La felicidad siempre ha sido objeto de reflexión para el ser humano. Desde hace siglos se ha venido cuestionando qué es exactamente ser feliz y qué se debe hacer para lograr ese estado similar al nirvana, en el cual el sufrimiento parece no tener cabida.

Sin embargo, todas las aspiraciones alrededor de ese concepto que llamamos felicidad han escalado a otro nivel en los últimos años, algo influido por elementos como las redes sociales y la publicidad. Vivimos en una sociedad capitalista, donde la felicidad ha pasado de ser un elemento abstracto a un bien de consumo más.

Las empresas lo saben y es por ello que, de una forma más o menos indirecta, todo aquello que se puede comprar va encaminado de una u otra forma a brindarnos felicidad: una prenda, un viaje, una experiencia, una casa o un coche. Toda esta vorágine nos ha convertido en una sociedad “adicta” a la felicidad. El dolor, el sufrimiento y las emociones desagradables se demonizan más que nunca.

Se persigue lo bonito, lo cómodo, lo agradable y satisfactorio. Nos enseñan que hay que ver el lado bueno de las cosas, dejar de llorar y sonreír cada mañana, ir siempre hacia adelante sin detenernos y decirnos palabras optimistas. Porque no hacerlo significa, según esta lógica del positivismo tóxico, sentirnos tristes o abatidos y eso sería sinónimo de una vida fracasada.

Si tú también has caído en esta trampa hoy venimos a contarte la otra cara de la moneda desde la perspectiva de la psicología. Lo cierto es que todas y cada una de nuestras emociones, incluso aquellas desagradables como la ira o la tristeza, son igualmente necesarias. Cada una cumple una función particular, cada una tiene su razón de ser. Incluso, aquellos estados desagradables son incluso más importantes para nuestra supervivencia que los considerados socialmente positivos.

Gracias a las emociones hemos llegado hasta aquí como especie. La tristeza nos permite atraer a los demás y recibir ayuda, así como parar y reflexionar para recomponernos. El enfado nos ayuda a defendernos y marcar territorio cuando alguien nos pisa. La culpa nos permite corregir errores. Incluso, la vergüenza nos ayuda a mantenernos alineados con lo que el grupo social espera de nosotros para evitar una posible exclusión.

Precisamente, las personas que disfrutan de una mejor salud mental son aquellas que mantienen una relación adecuada con todo su abanico de emociones. Cuando demonizamos nuestros estados internos difíciles, tratamos de hacerlos desaparecer en lugar de transitarlos. Con frecuencia, esto da lugar a dinámicas disfuncionales que, tratando de ser una solución, no hacen más que agravar aún más el malestar inicial.

Entender que nuestras emociones son nuestras consejeras y no nuestras enemigas es crucial para una adecuada salud emocional. La felicidad en sí no es un objetivo real, la vida fluye y en ella es necesario que tengan lugar todos los estados emocionales. Curiosamente, cuando aceptamos esta realidad dejamos de vivir en lucha con nosotros mismos, escuchamos lo que sentimos y actuamos en consecuencia.

La mentira de las redes sociales y comparaciones 📱

Uno de los catalizadores más potentes de la positividad tóxica son las redes sociales. Estas han sido desde sus inicios un escaparate donde las personas publican la faceta más amable de sus vidas. Las alegrías, los éxitos, el amor…son difundidos ampliamente. Sin embargo, rara vez habrás visto publicaciones de personas que sufren, que lloran o que viven un fracaso en algún aspecto de la vida.

Teniendo en cuenta la enorme cantidad de tiempo que pasamos frente a las pantallas, no sorprende que este homenaje a la felicidad nos haya calado dentro. Así, hemos ido interiorizando que las emociones desagradables son negativas y no deben tener espacio. Sentirlas nos hace sentir miserables, fracasados, menos que los demás, cuando la realidad es que todos las vivimos (y así debe ser) en distintos momentos.

Como suele decir el dicho, las comparaciones son odiosas y en este caso así es. Comparar todo lo que sucede en nuestra vida, con sus luces y sombras, con el contenido editado de un minuto que otra persona nos comparte no es justo para nosotros. Desconocemos todo lo que el resto de personas están viviendo fuera de las redes, ya que lo que muestran es precisamente aquello que desean que sea visto por los demás.

La vida no sólo va de éxitos, logros y experiencias alucinantes. En ella también hay días aburridos, planos o incluso tristes, y no es posible escapar de eso. Tratar de eliminar esa cara de la moneda es renunciar a nuestra naturaleza como humanos, así como desprendernos de mecanismos que tienen un enorme valor.

PymTalks #8 ft Marc Ruiz 🎙️🧠

¡No te pierdas el nuevo capítulo de nuestro podcast! En este episodio, el psicólogo autor del libro "Conducta Alimentaria: más allá del cuerpo y la comida", Marc Ruiz de Minteguía visita PymTalks para un podcast en el que se hablará de la naturaleza de la anorexia nerviosa, un trastorno de la conducta alimentaria que afecta a 6 de cada 1.000 mujeres adolescentes en el mundo.

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“Es de gran interés para mí. El contenido es refrescante, interesante y hace que quiera uno saber más de distintos temas, en el quehacer de la salud mental. Gracias”

marizagil8

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