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Aprender a escuchar de verdad: ¿cómo se trabaja la escucha activa? 👂

Saber escuchar es igual de importante (o más) que saber expresarnos. Porque "oír" no es lo mismo que "escuchar". Veamos cómo potenciar esta habilidad en nuestras relaciones.

¡Hola! En la Newsletter de hoy hablaremos acerca de la escucha activa, la habilidad que nos permite prestar atención de verdad a los demás para que sientan que no están hablando solos. Entenderemos también por qué hay personas que parece que no sepan escuchar y, como siempre, haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología con las más interesantes noticias.

¡Empezamos!

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

Trabajando la escucha activa 👂

Seguro que en alguna ocasión te has visto envuelta en una conversación que se asemejaba más a un monólogo. Mientras hablas y expresas algo importante para ti, tu interlocutor parece no estar conectado con ese mensaje. Se distrae con otras cosas, te mira pero no muestra mayor interés en lo que dices e incluso se pone a teclear en su móvil sin ningún reparo.

Está claro que todos hemos pasado por esto alguna vez, ya sea porque alguien nos ha ignorado o porque nosotros mismos hemos prestado escasa atención a lo que otro trataba de decirnos.

Y es que parece que cada vez escasean más esas personas capaces de escuchar con auténtico interés. En su lugar, lo más frecuente es encontrar interlocutores que parecen estar aprovechando nuestro turno para pensar en aquello que ellos mismos dirán después. Así, esta habilidad que se conoce como escucha activa es, a pesar de su importancia, una tarea pendiente para muchos.

La escucha activa se suele definir como la capacidad para escuchar con conciencia plena, expresando al otro que estamos mostrando nuestra atención mediante reflejos verbales y no verbales. La dificultad que entraña esta habilidad reside en el alto coste cognitivo que supone, pues son muchos los recursos que deben activarse para llevarla a cabo. Si tienes la suerte de contar con alguien cercano que sea hábil en este arte de escuchar, seguramente reúna algunas características comunes:

  • Te mira a los ojos cuando le hablas

  • Muestra una expresión facial amigable que te incita a continuar

  • Tiene un lenguaje corporal cercano que transmite confianza

  • Muestra emociones acorde al mensaje, que denotan una conexión real con lo que se está diciendo.

  • Utiliza elementos verbales como las preguntas, los resúmenes o el parafraseo, que permite verificar con las propias palabras aquello que el hablante acaba de comentar.

  • No se distrae con su móvil u otros elementos a lo largo de la conversación.

  • Valida las emociones que expresas sin juicios de por medio

  • No desvía la conversación hacia sí misma

Si crees que tú o alguien de tu entorno tiene pendiente mejorar esta habilidad, es importante que sepas que es posible entrenarla. Es cierto que hay personas con un talento natural para conectar con la gente, pero eso no significa que el arte de escuchar no pueda ser mejorado si nos lo proponemos.

Trabajar en esta cuestión no sólo nos hará mostrarnos como personas más educadas, sino que también nos ayudará a crear vínculos con los demás más cálidos y satisfactorios. Cuando ponemos todo de nuestra parte para que el otro se sienta escuchado también reducimos los errores de comunicación y, por consiguiente, los conflictos interpersonales que de ellos se pueden derivar. Además, si damos esta parte de nosotros en nuestras conversaciones, también es más probable que encontremos en los demás ese mismo grado de empatía y validación.

¿Por qué hay personas que no saben escuchar? 🗣️

Lo cierto es que hay personas que parecen tener grandes dificultades para escuchar con verdadera atención. ¿Por qué sucede esto?

  • Porque sitúan el foco en adivinar lo que el otro va a decir: Muchas veces, el interlocutor trata de adelantarse y presuponer el mensaje. Esto hace que desconecte del mensaje real y, por ende, impide una escucha adecuada.

  • Porque están preparando su intervención: Como ya adelantamos más arriba, hay personas que aprovechan la intervención del otro para pensar en lo que ellas dirán después. Ignoran por completo el mensaje de la otra persona porque sólo se enfocan en su discurso.

  • Selección de información: En ocasiones también sucede que nuestro interlocutor sólo muestra auténtico interés por una parte de lo que decimos. Es por ello que muestra una atención intermitente y sólo refuerza la conversación cuando va en la dirección que le conviene.

  • Juicio hacia quien está hablando: La escucha activa tiene como centro la validación y la ausencia de juicios. Por ello, es lógico pensar que quienes escuchan con menos interés están muchas veces guiados por sus propias creencias previas. Escuchar el mensaje realmente deja de importar porque sólo se da valor a lo que uno mismo piensa de antemano.

  • Deseabilidad social: Paradójicamente, cuando la otra persona nos interesa en algún sentido y nos importa especialmente resultar de su agrado, nuestra atención se diluye. Estamos tan pendientes de causar una buena impresión que terminamos perdiendo capacidad de concentración en sus palabras.

  • Necesidad de dar soluciones rápidas: A veces, escuchar activamente tiene más que ver con dar apoyo y validación emocional que con emitir un consejo acertado en el momento justo. El problema es que muchas veces nos empeñamos en decir la frase ideal, cuando quizá lo que el otro necesita es simplemente una escucha sincera y empática.

  • Otros factores: Somos humanos, no robots. Por eso, es natural que nuestra capacidad para escuchar activamente no siempre sea igual. Variables como el cansancio o el estado emocional pueden interferir en nuestra destreza en función del momento.

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