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Autoestima y autocuidado: ¿cómo aprender a quererse bien? ❤️
En este mundo que avanza a un ritmo frenético, es normal olvidarnos de querernos y cuidarnos como merecemos. Pero es imprescindible fomentar nuestra autoestima y autocuidado. Veamos cómo.
¡Hola! En la Newsletter de hoy aprendermos la importancia de la autoestima y del autocuidado, es decir, de querernos y cuidarnos como nos merecemos; además de descubrir las últimas noticias del mundo de la psicología.
¡Empezamos!
— Natalia Menéndez, Pol Bertran
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Queriéndose a uno mismo: autoestima y autocuidado 💕💕
Seguro que has oído y utilizado miles de veces la palabra “autoestima”. Se trata de un concepto propio de la psicología que, con el tiempo, ha ido calando en el lenguaje coloquial. El problema de esto es que, con frecuencia, se convierte en un término mal utilizado, cuyo auténtico significado queda empañado por creencias equivocadas.
Por ejemplo, es frecuente que se diga de alguien que actúa con prepotencia que sus formas se deben a que tiene una alta autoestima. Sin embargo, la autoestima tal y como se ha definido y estudiado hasta la fecha poco tiene que ver con ese sentimiento de superioridad sobre el resto.
En realidad, la autoestima hace referencia a la valoración que hacemos de nosotros mismos. Es algo así como la opinión que nos despierta la percepción de nuestra persona, nuestras habilidades y valores. De esta manera, el sentimiento que aparece cuando analizamos quiénes somos puede ser de carácter positivo o negativo.
Cuando es positivo, se dice que un individuo posee alta autoestima, lo que significa que es capaz de percibir con realismo el conjunto de sus cualidades y defectos. Abraza todo el “pack” de su persona desde la aceptación, lo que le brinda un estado general de confianza en sí mismo. En cambio, cuando el sentimiento que aparece es negativo, la persona encaja en la definición de una baja autoestima.
Esto se traduce en un rechazo hacia lo que se es, sin que exista una aceptación genuina del conjunto de la persona. Como resultado, el individuo acaba por sentirse inseguro, despreciado, incapaz e incluso poco merecedor de amor y cosas buenas. Las personas con una autoestima pobre pueden tener dificultades en su funcionamiento, especialmente en aquellos escenarios altamente estresantes.
Lejos de ser algo estático e inamovible, quizá te sorprenda que la autoestima es un constructo que fluctúa. Es decir, puede mejorar o empeorar dependiendo de los eventos que nos suceden y los cambios internos que vamos sufriendo, entre otras variables.
Precisamente, es por esto que la psicoterapia constituye un punto de apoyo de gran ayuda para quienes no se sienten a gusto consigo mismos. En el espacio terapéutico es posible trabajar en la relación con nuestra persona aumentando la compasión, fomentando el autocuidado y mejorando nuestras habilidades para manejarnos en la vida y en las relaciones, entre otras cosas.
Aunque hay diferentes factores que impactan en la manera en la que nos vemos y nos tratamos, lo cierto es que las experiencias tempranas tienen un papel más que relevante. Al fin y al cabo, nuestras primeras figuras de referencia son las que, a través de la presencia o ausencia de los cuidados y el amor nos transmiten el mensaje de “soy/no soy importante”. Este mensaje termina calando muy dentro y deja una huella que no se puede ignorar.
En relación con la autoestima es importante hablar también del autocuidado. Para comprender su valor, sería aconsejable hacernos esta pregunta: ¿Podríamos querer a una persona que nos trata mal? La respuesta a ella es seguramente no. Es difícil que nos aceptemos si ni siquiera prestamos atención a nuestras necesidades como personas.
Cuidarnos es una forma de darnos amor, lo que nos ayuda a entrenar esa compasión de la que hablábamos antes, clave en el camino de la aceptación y el respeto hacia nuestra persona. Aunque es un concepto amplio, el autocuidado implica acciones tales como:
Poner freno a las personas y las relaciones que nos hacen daño.
Reconocernos el mérito cuando conquistamos un logro u objetivo.
Expresar nuestras necesidades a los demás.
Cuidar las necesidades físicas más básicas, como comer, descansar o mantener la higiene.
Utilizar un lenguaje respetuoso con nosotros mismos, sin juzgarnos, machacarnos ni faltarnos el respeto (piensa en cómo hablarías a una buena amiga).
Aceptar nuestros errores, defectos e imperfecciones.
Cuando nos pasamos de autoestima… 🥴🥴
Como ya comentamos más arriba, el concepto de alta autoestima a veces es mal entendido, asociándose con una actitud engreída. Sin embargo, la realidad es que una autoestima elevada implica la aceptación no sólo de nuestras virtudes, sino también de las limitaciones.
¿Qué sucede entonces con esas personas que enfatizan su capacidad sobre la de los demás? En estos casos pueden existir distintas dificultades subyacentes, como por ejemplo una tendencia marcada al narcisismo.
Las personas narcisistas poseen un trastorno en su personalidad que les hace comportarse desde una percepción de sí mismas distorsionada, en la que se inflan las cualidades y se obvian los defectos. Esto hace que el individuo adopte un comportamiento de prepotencia en sus relaciones, desarrollando a menudo actitudes manipuladoras o encaminadas a la búsqueda constante de atención.
Generalmente, estas personas viven tan encantadas de conocerse y recibir adulación que son incapaces de conectar con los sentimientos de los demás. Es decir, son poco empáticas. Como es de esperar, su comportamiento termina por despertar el rechazo de quienes están alrededor. No obstante, al principio pueden mostrarse excesivamente encantadoras, lo que les ayuda a “enganchar” a los demás en un comienzo.
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“Es interesante conocer las evolución de la investigación a través del tiempo. Gracias.”
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