El impacto del COVID-19 en la salud mental: ¿cómo ha cambiado nuestras vidas? 🦠

¡Hola! En la Newsletter de hoy nos sumergiremos en las consecuencias menos conocidas del COVID-19, explorando el impacto que tuvo (y sigue teniendo) la pandemia en nuestra salud mental. Entenderemos también el daño que hacen las “fake news” en la era de la (des)información y, como siempre, haremos un repaso de la más interesante actualidad en el mundo de la Psicología.

¡Empezamos!

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

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COVID-19, pandemia y salud mental 🦠🧠

La pandemia por COVID-19 ya se ha dado por finalizada, pero esto no significa que sus secuelas hayan desaparecido. La llegada de este virus que transformó el mundo y su funcionamiento supuso un acontecimiento traumático para una parte notable de la población del planeta.

Son muchas las implicaciones que se derivaron de esta situación de emergencia sanitaria. El miedo a contagiarse y la incertidumbre en torno a una enfermedad hasta entonces desconocida fue solo una parte de todo el escenario con el que nos tocó lidiar. Llegó una orden de confinamiento que nos obligó a permanecer encerrados en casa por nuestra seguridad, algo que para muchos supuso una auténtica tortura psicológica.

Personas con familias violentas y disfuncionales, individuos con viviendas muy pequeñas y carentes de buenas condiciones de luz y aire o pacientes con psicopatologías previas que tuvieron que encarar una recaída importante. Ese aislamiento fue necesario para preservar la salud de la población, pero a cambio se llevó por delante nuestras relaciones sociales y nuestro desempeño en muchas áreas importantes como el trabajo o la familia.

Pero sin duda lo más dramático fue lo que vivieron esas familias que perdieron a sus seres queridos a causa del coronavirus sin ni siquiera tener la opción de despedirse. En definitiva, echando la vista atrás podemos ser más conscientes de todo el cóctel de sufrimiento que nos tocó vivir.

Tal y como ocurre con cualquier tipo de evento potencialmente traumático, la reacción de cada persona afectada puede ser muy distinta. Mientras que algunos mostraron grandes dosis de resiliencia (quizá por partir de una base psicológica más firme), otros experimentaron serios problemas de salud mental a raíz de este capítulo. La demanda de servicios especializados de salud mental se disparó desde aquello, y es que el porcentaje de personas con síntomas de ansiedad o depresión no ha dejado de crecer.

Todo esto no debe sorprendernos, y es que las personas somos seres de naturaleza social y por ello necesitamos a los demás para sobrevivir. Además, no somos amigas de la incertidumbre, pues lo desconocido enseguida activa todas nuestras alertas. Así, afrontar esta pandemia supuso vivir en un estado de tensión prolongado en el tiempo que ha costado un precio.

En definitiva, podríamos decir que la pandemia nos ha traído una lista importante de consecuencias indeseables:

• Dificultades económicas: La pandemia supuso un duro golpe a la economía, especialmente en sectores que requieren presencialidad. Muchas personas vieron quebrar sus negocios y sufrieron por no saber cómo podrían afrontar sus facturas hasta que todo terminase. Esto, evidentemente, nos sitúa en un estado de enorme ansiedad.

• Aislamiento social: Al hilo de lo que venimos comentando, todos necesitamos contacto con los demás, especialmente en la dificultad. No poder besar, abrazar o visitar a nuestros seres queridos nos hace más vulnerables al sufrimiento, fomentando la aparición de problemas psicológicos.

• Empeoramiento de las dinámicas familiares: Confinarse siempre es difícil, pero se hace insoportable cuando las relaciones con nuestros familiares parten de una base de tensión, violencia o distancia. Todo lo anterior fomenta el aumento del conflicto en casa, creando un entorno realmente desesperante.

• Duelos sin resolver: Cerrar un duelo es mucho más sencillo cuando hemos podido formar parte del ritual de despedida. Si esto nos falta, es mucho más probable caer en la espiral del duelo patológico, algo que ha arrastrado a muchas personas al malestar psicológico sostenido en el tiempo.

• Miedo a enfermar: El coronavirus se coló en nuestra vida sin que ni siquiera los expertos conocieran con certeza sus consecuencias en la salud. No saber cómo se transmitía ni qué podía provocar en el organismo supuso una tensión extrema, especialmente para quienes muestran más hipocondría (trastorno de ansiedad por enfermedad) o han vivido patologías graves con anterioridad.

Por todo ello, es natural que aún existan secuelas emocionales en la población, algo que aún queda pendiente por abordar debido a los insuficientes servicios públicos de salud mental.

Bulos y fake news: la desinformación en tiempos de pandemia 🗞️

En tiempos de confusión e incertidumbre, los bulos y fake news proliferan a la velocidad de la luz. En momentos de tanta tensión, estos se confunden con gran facilidad con la información real, lo que tiene graves consecuencias para la población.

La desinformación hizo que muchas personas adoptaran conductas de riesgo, como por ejemplo darse una ducha caliente o tomar antibióticos sin supervisión médica creyendo que esto protegería del contagio.

Esta desinformación representa una gran amenaza en países democráticos, pues su finalidad no es otra que manipular la opinión pública. En pandemia y aún hoy, la propagación de noticias falsas puede impactar gravemente en la sociedad, especialmente por el poder de divulgación que brinda internet.

Estos mensajes se pueden cribar si atendemos a aspectos como su imprecisión, la escasa calidad de la información, la falta de contexto y el sesgo que muestran para posicionar al lector en una opinión particular.

Un poco de actualidad en el mundo psico 🆕

• Un estudio señala que entre los padres y madres con hijos con un trastorno del espectro autista la tasa de divorcios tiende a ser alta, especialmente hasta el momento en el que el hijo o hija cumple los 30 años.

• Un estudio muestra que los modelos de Inteligencia Artificial basados en chatbots ya son mejores que los humanos a la hora de pasar el test de creatividad de Guilford, el más usado para cuantificar y estudiar el pensamiento divergente.

• Un estudio sugiere que a mayores niveles de oxitocina en el cerebro, más proclives somos a presentar pareidolias, es decir, reconocer rostros o figuras reconocibles en objetos inanimados.

• Un estudio publicado en "Journal of Affective Disorders” indica que las personas con depresión mayor siguen siendo capaces de experimentar satisfacción ante varios dominios de su vida, especialmente en lo que se refiere a las relaciones personales más cercanas.

La reseña destacada de la última edición:
Seleccionó 🧠🧠🧠🧠🧠 ¡Muy bien! y escribió:

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