El refugio que necesitas en un mundo que no se detiene

🧠 Vivimos deprisa, pensamos poco y sentimos aún menos. En medio del caos, la terapia puede ser ese espacio para volver a escucharte 🧠

Vivimos atrapados en la urgencia. Todo parece ir demasiado rápido: el trabajo, las redes, los compromisos, las expectativas. Y en ese torbellino diario, cada vez más personas sienten que se han desconectado de sí mismas, como si su vida avanzara sin ellas dentro. En este escenario, la psicoterapia no es solo una herramienta de ayuda: es un acto de pausa, de autocuidado, y, en muchos casos, de resistencia. Porque tal vez no seas tú quien está fallando. Tal vez solo necesitas un lugar donde respirar, pensar y volver a encontrarte. 

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

La psicoterapia como espacio de reflexión en un mundo rápido 🧠

Si algo es evidente es que el mundo en el que vivimos sigue una dinámica cada vez más rápida y difícil de sostener. El tiempo se ha convertido en un bien muy codiciado, ya que siempre parece ser insuficiente. Vamos a todas partes corriendo, como si la vida se tratara de una maratón cuya meta no está claro dónde se encuentra. 

En este contexto, los problemas de salud mental parecen haber emergido de forma exponencial. Son muchas las personas que se sienten continuamente en un punto límite, manteniendo el equilibrio sobre la cuerda floja de sus vidas. Muestra de ello es que las palabras “ansiedad” o “estrés” o “depresión” se han colado en nuestro vocabulario cotidiano hasta el punto de que su significado se ha banalizado

Si bien las nuevas generaciones gozan de ventajas desconocidas para sus antecesores, el estilo de vida de nuestros abuelos no se caracterizaba por el ritmo frenético que observamos ahora. En un mundo lleno de opciones donde todo parece urgente, resulta todo un reto hacer pausas, escuchar nuestra propia voz interna, bajar el ritmo y ordenar prioridades.

El llamado Síndrome FOMO (fear of missing out), es la viva representación de cómo la velocidad de nuestras vidas nos enferma. Quienes sufren este problema sienten continuamente que están perdiéndose algo. Es como si una urgencia interna les empujara a mantenerse continuamente activos para no faltar al desfile continuo de experiencias que la vida moderna les ofrece.

Al existir un abanico tan inmenso de alternativas, tratamos de abarcar lo inabarcable. Esto nos lleva a prescindir de espacios donde simplemente estar en lugar de hacer. Esta falta de espacios para mirar hacia dentro es una de las razones por las cuales las personas cada vez experimentan más sufrimiento emocional.

La desconexión de nosotros mismos nos impide entender qué necesitamos, qué sentimos y qué podemos hacer para poder darnos eso que necesitamos de forma realista. En definitiva, la desconexión puede hacernos muy productivos, pero nos deja sin una brújula que nos marque el camino vital que deseamos seguir.

En esta dinámica, cuando nos sentimos mal y surgen problemas nuestra tendencia es la de buscar soluciones rápidas. Es por ello que el consumo de psicofármacos se ha generalizado de forma preocupante. Si bien la medicación puede ser un apoyo muy útil en momentos puntuales de la vida, la realidad es que sin un trabajo profundo a nivel psicológico es imposible reconducir la situación de manera sana.

En todo este escenario, la terapia psicológica se ha convertido en una especie de oasis en medio del caos. En un mundo donde no disponemos de tiempo para pensar y donde buscamos anestesiar nuestro dolor de forma rápida, la terapia se presenta como una alternativa lenta, sin soluciones mágicas, que exige un nivel de compromiso con uno mismo y con el proceso. 

Aunque hasta hace no muchos años la terapia se encontraba rodeada de mitos y tabú, por fortuna esto cada vez es menos habitual. Cada vez son más quienes aceptan que pedir ayuda no es motivo de vergüenza, sino un acto de autocuidado que en ocasiones puede ayudarnos a recuperar las riendas de nuestra vida

Si bien es una buena noticia que la terapia y sus ritmos lentos se presenten como una opción en medio del ritmo vertiginoso en el que vivimos, su cada vez mayor demanda también es un síntoma de que algo no marcha bien en nuestra sociedad. Quizá es conveniente pararnos a reflexionar acerca de si la manera de vivir en la época actual es sostenible

Así, la pregunta que cabe hacerse es: ¿Puede la terapia compensar un problema social que termina dañando la salud mental de la mayoría de la gente? Lo único que sabemos es que, si bien la terapia no va a resolver este panorama, puede ser el trampolín perfecto para que una persona decida hacer ajustes en su vida. Aunque las tecnologías seguirán su evolución, podemos decidir darnos respiros de las pantallas. Aunque el mercado laboral nos presione para ser mejores continuamente, podemos elegir dar prioridad a nuestra calidad de vida antes que al “éxito”. Aunque se espera de nosotros llegar a la excelencia en todas las esferas de nuestras vidas (ser buen padre/madre, ser buen profesional, ser buena pareja, ser buen hijo/a, cuidar la salud…), podemos aprender a soltar la exigencia y aceptar que no seremos perfectos en todo y que toca hacer ciertas renuncias.

En definitiva, se trata de orientar nuestra vida acorde a aquello que realmente nos importa, aceptando nuestro contexto pero buscando nuestro autocuidado más allá de las presiones externas. La terapia puede ser ese lugar donde reflexionar sobre cómo podemos bajar el ritmo en este mundo acelerado.

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Seleccionó 🧠🧠🧠🧠🧠 ¡Muy bien! y escribió:

“Creo que empatizar con otras personas y realizar actos gentiles para con estas sí aporta a la felicidad de quien brinda dichos actos. Como docente jubilado puedo afirmar que es sumamente placentero observar cuando uno puede propiciar situaciones de ayuda de cualquier tipo hacia otra persona.”

marceloperez65

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