EMDR: una terapia en la Psicología del trauma

¡Hola! En la Newsletter de hoy exploraremos las bases de la terapia EMDR (reprocesamiento y desensibilización a través del movimiento ocular, por sus siglas en inglés), un abordaje terapéutico que ha revolucionado el tratamiento del trauma. Del mismo modo, veremos la importancia de usarla de forma contextualizada y, como siempre, haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología.

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

Terapia EMDR: qué es y para qué sirve 👀

La psicología clínica es un ámbito amplio y dinámico. Las investigaciones continuas permiten hallar nuevos resultados encaminados a entender cómo ayudar a las personas de la forma más eficiente y rigurosa posible a través de distintos modelos terapéuticos.

Aunque el modelo predominante en nuestro contexto es el conocido como cognitivo-conductual, en los últimos años han ido apareciendo otras propuestas de intervención diferentes con eficacia demostrada. En particular, la terapia EMDR (reprocesamiento y desensibilización a través del movimiento ocular, por sus siglas en inglés) ha sido uno de los enfoques que más popularidad ha ganado por sus resultados en pacientes que traen a consulta historias de corte traumático.

La terapia EMDR parte de la idea de que el sistema nervioso posee un conjunto de mecanismos dirigidos a integrar aquellas vivencias que nos van ocurriendo. En ocasiones, estas experiencias pueden ser particularmente complejas, hasta el punto de sobrepasar nuestros recursos para su correcta elaboración. Esto conduce a un bloqueo del sistema nervioso, lo que se traduce en recuerdos almacenados que no han sido integrados con normalidad. Dichos recuerdos impiden a la persona adquirir un aprendizaje y seguir adelante, ocasionando a menudo sintomatología en el momento actual. Así, la finalidad de esta terapia es ayudar al paciente a acceder y desbloquear sus recuerdos traumáticos.

Para lograr este desbloqueo, desde la terapia EMDR se han elaborado protocolos de actuación. Entre otras cosas, estos incluyen diversas formas de estimulación bilateral del cerebro. Los movimientos oculares son uno de los métodos que se utilizan, pues estos consiguen activar el mecanismo de procesamiento de la información, ayudando así a intervenir en la memoria traumática del paciente.

Seguramente te estés preguntando cómo se llegó a desarrollar este tipo de intervención. Lo cierto es que el nacimiento de este modelo fue fruto de la casualidad. Su creadora, la psicóloga Francine Shapiro, paseaba por el parque inmersa en pensamientos angustiosos. En aquel momento, se dio cuenta de que cuando movía los ojos de un lado al otro su malestar se reducía. A partir de ese momento, sintió curiosidad y comenzó a estudiar aquel extraño efecto. Poco a poco las investigaciones fueron a más, hasta diseñar el tratamiento EMDR como hoy se conoce, cuya evidencia empírica ha quedado demostrada.

En la actualidad, la terapia EMDR está avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el tratamiento de elección para el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). Así, la intervención desde el EMDR puede ser de gran ayuda para aquellas personas que han vivido experiencias adversas como abusos sexuales, malos tratos en la infancia, accidentes y catástrofes, enfermedades, etc.

La importancia de utilizar la terapia EMDR de manera contextualizada 🧠

La llegada de la terapia EMDR ha supuesto una revolución para la psicoterapia encaminada a abordar el trauma. Su diseño estandarizado por fases permite plantear un modelo de intervención conciso y con fundamento científico, logrando abordar la raíz del problema de una manera eficaz.

Sin embargo, es importante tener muy presente que ningún modelo terapéutico, por sí mismo, es suficiente para lograr resultados. La terapia se fundamenta, al margen de cualquier estrategia de intervención, en el vínculo terapéutico. Por lo tanto, cualquier terapeuta con independencia de su enfoque debe comenzar por crear un espacio seguro con su paciente que permita a este confiar en el proceso y en el profesional.

Añadido a esto, también debemos tener muy presente que el hecho de que un modelo de terapia cuente con eficacia empíricamente demostrada no significa que sea el mejor para todas las personas. En este sentido, el papel del profesional debe ser el de personalizar la intervención, considerando qué planteamiento es mejor para cada individuo acorde a sus necesidades, estilo de personalidad, motivo de consulta…

Por supuesto, tampoco podemos olvidar que para la aplicación de la terapia EMDR es clave que el profesional esté debidamente formado y experimentado. Esto es especialmente importante, ya que estamos hablando de un trabajo terapéutico que maneja algo tan delicado como las memorias traumáticas de una persona.

Añadido a todo lo anterior, recordemos que en la era de internet muchas personas antes de acudir a un terapeuta buscan información sobre las terapias existentes. Esto puede llevar a que los pacientes lleguen a su primera consulta reclamando un tipo específico de tratamiento. En este sentido, no podemos olvidar que las técnicas son importantes pero no son el único elemento que explica la eficacia de la psicoterapia. Por ello, los terapeutas deben brindar adecuada psicoeducación a sus pacientes, explicando cómo una terapia no es una fórmula mágica “a demanda” sino un elemento más en el marco de un vínculo donde suceden muchas cosas.

Aunque propuestas como el EMDR han ayudado a infinidad de pacientes en su camino hacia la sanación, debemos entender que no existen recetas mágicas y universales que eliminen el dolor de las personas. La terapia es un proceso y, como tal, requiere tiempo, compromiso y comprensión de sus implicaciones.

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