Este aditivo alimentario podría estar dañando tu cerebro

¡Hola! En la Newsletter de hoy exploraremos las conclusiones de un nuevo y revelador estudio que señala que los emulgentes, un aditivo alimentario tremendamente usado, podrían estar dañando nuestro cerebro a través del impacto que tienen sobre la microbiota intestinal. Del mismo modo, veremos cómo cuidar de estas comunidades que habitan nuestro sistema digestivo y, como siempre, haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología.

¡Empezamos!

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

El impacto de los aditivos alimentarios en la salud física y mental 🥐

Aunque tradicionalmente el sistema nervioso y el aparato digestivo han sido estudiados en ámbitos claramente diferenciados, en los últimos años la investigación ha contribuido a identificar conexiones nunca imaginadas entre ambos.

El estudio de la microbiota intestinal, que es el nombre con el que se define al conjunto de microorganismos que habitan en el intestino, ha permitido identificar el llamado eje intestino-cerebro, una conexión que parece estar detrás de diversas patologías como la obesidad o las afecciones neurológicas.

La comprensión de este vínculo entre intestino y cerebro es clave para abordar enfermedades comunes desde una perspectiva más integral e innovadora. Así, investigadores como Yolanda Sanz han podido demostrar cómo la microbiota intestinal juega un papel decisivo en nuestra transición de la salud a la enfermedad al interactuar con nuestra dieta y el sistema inmunitario y neuroendocrino del organismo.

En este sentido, cada vez han sido más los estudios que indagan en el efecto que nuestra alimentación ejerce sobre el microbioma intestinal. La mucosa que recubre el intestino es la primera línea defensiva que poseemos contra los patógenos y parece que ciertos aditivos alimentarios pueden causar daños en ella. Esto puede favorecer la entrada de microbios y toxinas en el torrente sanguíneo, causando problemas de salud importantes como la resistencia a la insulina.

En particular, los emulgentes son uno de esos aditivos alimentarios con capacidad para perjudicar a los habitantes microscópicos de nuestro intestino. Los emulgentes son ampliamente utilizados en la industria alimentaria, pues permiten mezclar sustancias que de otra forma permanecerían separadas. Por ejemplo, gracias a los emulgentes el aceite y el vinagre no se separan en la mayonesa y el pan permanece tierno durante más tiempo.

Más específicamente, parece que los emulgentes más problemáticos para la microbiota son aquellos de tipo sintético, como el polisorbato 80 y la carboximetilcelulosa, que promueven la inflamación. En estudios con ratones, el polisorbato 80 llegaba a provocar alteraciones en la barrera hematoencefálica, promoviendo la acumulación de toxinas en el cerebro. Esto ha permitido demostrar que, al menos en animales, la disbiosis en la microbiota intestinal inducida por la dieta puede ser factor de riesgo para desarrollar deterioro cognitivo con la edad.

Aunque los modelos animales son de gran utilidad, no podemos generalizar las conclusiones que de ellos se extraen al caso humano. Por eso, en la Universidad de Monash se decidió investigar el efecto de los emulsionantes sobre el intestino en interacción con el estrés en sujetos humanos. Los resultados fueron más que interesantes: las personas no estresadas lidiaban mejor con los emulsionantes, mientras que las que sí padecían altos niveles de estrés mostraron una mayor permeabilidad intestinal (similar a la observada en los modelos de ratón). Así, el intestino permeable puede favorecer el aumento del estrés y la ansiedad, dando lugar a un círculo vicioso.

Parece que los emulgentes más perjudiciales para la salud intestinal son aquellos sintéticos, mientras que otros de tipo natural como la lecitina gozan de mejor tolerancia. El gran problema que se viene observando es que hasta la fecha la valoración de un aditivo alimentario como seguro no contemplaba el efecto de dicha sustancia en la microbiota intestinal. El impacto que el estado de nuestra mucosa tiene en la salud no había sido reconocido hasta hace poco, por lo que se espera que estos hallazgos sean el primer paso hacia cambios importantes en la industria alimentaria y en los hábitos de las personas.

¿Cómo podemos cuidar nuestra microbiota intestinal? 🦠

Dado el impacto que la disbiosis en la microbiota puede tener sobre nuestra salud física y mental, es clave que podamos mantener unos hábitos alimentarios saludables. En primer lugar, se aconseja evitar especialmente los emulsionantes sintéticos mencionados (polisorbato 80 y carboximetilcelulosa). No obstante, lo ideal es plantear nuestra alimentación en base a productos naturales como la verdura o la fruta,evitando en la medida de lo posible productos ultraprocesados. Además, es conveniente nutrir a nuestra microbiota con alimentos con alto contenido en fibra.

En la industria alimentaria, se está valorando si el uso de los emulsionantes es estrictamente necesario. Aunque visualmente puede ser desagradable ver como el aceite se separa de otros ingredientes, quizá esto sea un problema minúsculo si vamos a ganar calidad en nuestra alimentación y mayores niveles de bienestar físico y mental.

Por supuesto, el manejo del estrés (un factor que como vemos puede influir en el efecto de la dieta sobre la microbiota) también es una variable que tener en consideración. Acudir a un profesional de la salud mental, practicar el autocuidado y llevar un estilo de vida lento son ejemplos de medidas que pueden ayudar a bajar nuestros niveles de cortisol.

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