La positividad tóxica en tiempos difíciles

¡Hola! En la Newsletter de hoy hablaremos acerca de la positividad tóxica, esa gestión emocional disfuncional que nos “obliga” a no reconocer las emociones tradicionalmente consideradas como negativas. Y como siempre, haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología y recomendaremos algunas lecturas para los más curiosos.

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

¿Qué es eso de la positividad tóxica? ☢️

Hace ya algunas décadas, el psicólogo Martin Seligman introdujo la llamada psicología positiva, una corriente que buscaba desviar el foco tradicional sobre lo patológico de las personas hacia aquello que nos hace felices y resilientes. De acuerdo con su planteamiento, Seligman siempre ha defendido que las personas pueden transformar sus pensamientos hacia un tono más positivo, lo que puede resultar de gran ayuda a la hora de afrontar la adversidad.

Si bien este enfoque orientado a las fortalezas de las personas es muy interesante, ha sido objeto de bastante tergiversación. Podríamos decir que la psicología positiva se ha vuelto tóxica para la salud mental de la gente debido a una interpretación inadecuada de su mensaje. Todos hemos podido decir y oír mensajes desde esta positividad distorsionada. Algunos ejemplos clásicos pueden ser:

• ¡Sé positivo!

• Atraes lo que piensas, así que deja de pensar en negativo

• Si lloras o te enfadas no vas a resolver nada

• Busca el lado positivo a esta situación

• Hay personas peor que tú, vive la vida

Este tipo de mensajes son bienintencionados, pero pueden afectar negativamente al estado emocional de las personas. Añadido al sufrimiento del que parten, se suma la culpa por no lograr adoptar esa actitud positiva que se supone que deberían tener.

Este tipo de positividad tóxica se hace aún más habitual cuando vivimos situaciones dolorosas. Como sociedad no hemos sido educados para manejar y tolerar las emociones difíciles propias y ajenas, lo que puede despertar la tentación de apartar el dolor y difundir mensajes de optimismo excesivo.

La catástrofe vivida estos días por la DANA ha sido una desafortunada muestra de este fenómeno. Si bien las redes sociales han sido un altavoz de mensajes de aliento y muestras de apoyo empáticas y acertadas, algunos usuarios han caído en la positividad tóxica de la que hablamos: mensajes que aseguran que de esta desgracia se pueden extraer aprendizajes, que piden a los supervivientes que sean fuertes, etc.

Aunque es evidente que todas estas palabras tienen una intención positiva, es fundamental que revisemos nuestra manera de lidiar con el dolor de los demás. La buena intención no siempre es suficiente, y es que las personas necesitan más que nunca sentir que tienen derecho a sentir rabia y tristeza, a ser vulnerables y sentirse abatidas ante este golpe de la vida.

Es importante desmentir la creencia de que conectar con el dolor significa rendirse. De hecho, quienes se dan el permiso de transitar su dolor con naturalidad y atraviesan el duelo por sus pérdidas sin vetarse, suelen ser más capaces de pensar y actuar para buscar soluciones que les ayuden a salir adelante.

Debemos empezar a asumir que no se pueden extraer aprendizajes de todas las vivencias. A veces las desgracias suceden y no hay cara positiva que podamos mirar. En algunos momentos lo único que podemos ver es dolor y eso está bien. Darnos espacio para sentir las emociones dolorosas es el primer paso para poder avanzar y seguir adelante.

Añadido todo lo anterior, un aspecto muy importante que también debemos recordar es que es posible introducir la psicología positiva desde el realismo y la sensibilidad sin caer en mensajes vacíos o invalidantes. Ayudar a los afectados por la DANA a planificar la recuperación de su vida con objetivos realistas es compatible con llorar, derrumbarse y sentir rabia por lo que les ha tocado vivir. No debemos elegir un camino u otro, son dos caras de la misma moneda.

¿Cómo apoyar a las personas afectadas por la DANA con empatía?

Al hilo de lo que venimos comentando, es fundamental cuidar la forma en la que brindamos apoyo y sostén emocional a personas afectadas por sucesos traumáticos como la DANA. Veamos algunas claves sencillas para evitar caer en la positividad tóxica y ofrecer a los afectados un espacio verdaderamente seguro:

• En lugar de forzar a las personas a “pensar en positivo” o “sacar un aprendizaje”, limítate a empatizar con su dolor: “Imagino que lo que estás viviendo ahora mismo es muy difícil y entiendo que te haga sentir profundamente triste”.

• Ayúdale a poner nombre a lo que siente. Permítele sentir enfado o tristeza sin vetar esa emoción ni pedirle que no se ponga así.

• No des lecciones de ningún tipo, especialmente si no has resultado afectado por la catástrofe. No puedes saber con seguridad cómo se sienten estas personas, así que procura acompañar desde la humildad y el respeto.

• Evita hacer promesas que no sabes si se cumplirán. En lugar de asegurar que todo saldrá bien, apuesta por enfatizar el apoyo que le puedes ofrecer por tu parte, así como señalar a esa persona afectada que no está solo/a.

• No rellenes el silencio. No es necesario tener una respuesta perfecta para todo. Respetar los silencios y limitarnos a dar un abrazo o cualquier otro gesto de cariño a veces es la mejor forma de brindar consuelo.

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