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Labubu: por qué un muñeco peludo puede desatar emociones y consumo masivo

🧠 Los Labubu han conquistado redes y escaparates en todo el mundo. Pero más allá de su estética “cute”, su éxito revela claves emocionales sobre cómo consumimos y por qué caemos en las modas virales 🧠

El fenómeno Labubu no es casualidad: detrás de estos muñecos de aspecto tierno y extraño hay mucho más que marketing. Su viralidad responde a factores emocionales que activan nuestro deseo, desde la nostalgia y la activación del “niño interior” hasta la exclusividad que despierta la urgencia de compra. Analizar su éxito nos ayuda a entender cómo funcionan los productos virales y qué nos dice esto sobre el consumo en la era de las redes sociales.

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

El motivo emocional detrás del fenómeno “Labubu” 🧠

La forma en la que los seres humanos consumimos bienes y servicios es un fenómeno más complejo de lo que a priori podría parecer. Tanto, que hay quienes se dedican exclusivamente a comprender cómo los clientes se comportan a la hora de comprar desde un punto de vista emocional.

Lejos de ser un proceso racional, adquirir bienes de consumo es muchas veces una reacción cargada de subjetividad. Muestra de ello es la existencia de los llamados productos virales, aquellos cuyos niveles de venta se disparan exponencialmente de la noche a la mañana sin que exista una explicación demasiado lógica.

A menudo, los productos virales reúnen una serie de características: generan emociones intensas, nos hacen sentir parte del grupo, son novedosos o generan esa sensación de escasez y exclusividad. Hoy vamos a hablar de un producto que en los últimos meses ha gozado de una popularidad sin precedentes: hablamos de los muñecos Labubu.

Si utilizas un mínimo tus redes sociales habrás oído hablar de ellos de alguna u otra forma. Pero si no te suenan, aclararte que estos muñequitos tienen un tamaño de no más de 20 centímetros y se caracterizan por sus grandes ojos ovalados, orejas alargadas y sonrisa de dientes afilados, además de estar cubiertos de una suave textura de pelo. A medio camino entre la diversión y la ternura, los Labubu han conquistado millones de corazones alrededor del mundo, aunque su creación no es reciente. Su diseño ya fue llevado a cabo en el año 2015 por el artista Kasing Lung, afincado en Hong Kong. Sin embargo, en el 2019 dejaron de ser simples ilustraciones para tomar forma como juguetes de la mano de la compañía Pop Mart

La fiebre de los Labubu no ha dejado a nadie indiferente, y es que personas de todas las edades han caído en la tentación de hacerse con ellos. Las celebridades no iban a ser la excepción, pues artistas como Dua Lipa o Emma Roberts se han mostrado como fanáticas del producto.

La pregunta que muchos se hacen es: ¿Qué tienen estos divertidos muñecos para generar semejante revolución? Más allá de su estética “cute”, hay algunos aspectos emocionales que han convertido a los Labubu en un objeto de deseo capaz de desatar la locura en los consumidores:

*Su disponibilidad limitada: La demanda supera a la oferta de estos muñecos, lo que ha generado en los clientes esa sensación de urgencia por querer obtener tan exclusivo producto. La compañía ha ido un paso más allá buscando aumentar dicha fiebre consumista y ha empezado a comercializar packs sorpresa que disparan aún más los niveles de dopamina de los compradores. La sed de compra de los clientes ha llevado en algunas ciudades a conflictos y altercados derivados de la tensión ante la apertura de establecimientos como tiendas pop-up. Incluso, se han detectado casos de especulación, por los cuales compradores se hacen con grandes cantidades del producto con el fin de revenderlo a un precio muy superior al original.

  • Su capacidad para activar nuestro niño interior: Aunque su aspecto parece infantil, los compradores de Labubu abarcan todas las edades. En los más mayores, parece que este tipo de productos son una forma de salir del registro sobrio esperado para compradores adultos. Esa parte divertida que desea jugar y que todos llevamos dentro se ilusiona ante la ternura de estos pequeños juguetes peludos.

  • Su difusión mediante las redes sociales: Es bien sabido que las redes sociales son uno de los mejores escaparates comerciales. La viralidad muchas veces se relaciona con la simple imitación. Cuando nos exponemos constantemente a imágenes y reseñas de un producto, es difícil resistirse a querer probarlo en primera persona. 

A pesar de su evidente viralidad, los Labubu no son en absoluto pioneros en despertar la fiebre de consumo. Hasta hace no mucho, el trono era para los Sonny Angel, que tan rápido como se popularizaron quedaron en la sombra. Este es precisamente el problema de los productos virales, que su esperanza de vida exitosa en el mercado es muy breve. Así, la tendencia natural indica que más pronto que tarde estos muñecos divertidos que desatan adicción se conviertan en otra moda pasajera que quedó en el olvido.

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