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Los efectos psicológicos de la migración: cuidarnos cuando emigramos
Aunque se haga en busca de una vida mejor y nuevas oportunidades, cambiar de país puede ser un proceso traumático. Hablemos del conocido como duelo migratorio.
¡Hola! En la Newsletter de hoy hablaremos acerca del conocido como duelo migratorio, ese estado emocional en el que debemos adaptarnos a la vida en otro país habiendo dejado atrás nuestro hogar. Del mismo modo, veremos cómo proteger nuestra salud psicológica en estos procesos de migración y, como siempre, presentaremos el nuevo episodio de nuestro podcast y haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología.
¡Empezamos!
— Natalia Menéndez, Pol Bertran
Cambiar de país y el duelo migratorio 🛬
Son muchas las personas que deben tomar la decisión de dejar atrás su lugar de origen en busca de un proyecto de vida mejor. Las razones para dar este paso tan difícil pueden variar, aunque generalmente tienen que ver con alcanzar nuevas oportunidades laborales, formarse o incluso escapar desesperadamente de guerras, pobreza, terrorismo o regímenes políticos abusivos.
Aunque el desplazamiento a otro país suele llevarse a cabo para vivir una vida que valga la pena, esto no significa que sea una transición fácil. De hecho, la migración puede ser una experiencia vital traumática. Añadido al sufrimiento por la experiencia de partida en el país de origen, se debe considerar la complejidad que entraña sumergirse en un marco cultural completamente diferente a aquel que siempre se ha conocido.
Llegar a un nuevo país implica afrontar barreras lingüísticas, aprender nuevos códigos y normas, transformar hábitos y rutinas, amoldarse a nuevas formas de relación y, por supuesto, luchar contra trámites burocráticos que parecen interminables.
Por todo ello, podemos decir que todo migrante sufre en primera persona un proceso de duelo complejo. La persona busca nuevas metas, pero para ello se ve obligada a dejar atrás personas, vínculos, cosas, raíces. Incluso, una parte de ella misma se queda allí, en su país de origen. Además, ese duelo no finaliza en el momento de llegada al nuevo país. Muchas veces, el choque entre las expectativas y la realidad puede generar cierta desazón, de manera que la persona migrante se hace consciente de que aquella nueva vida con la que fantaseaba no era tan perfecta o ideal.
Son muchas las emociones difíciles que las personas migrantes enfrentan a lo largo de todo su proceso. Ya desde el mismo momento en el que se contempla la posibilidad de marchar la persona puede sentir culpa y tristeza por plantearse dejar atrás su lugar de pertenencia para buscar nuevos caminos vitales. Este sentimiento de culpa le puede seguir acompañando una vez instalada en el país de destino, especialmente cuando se ve en la tesitura de dejar a un lado ciertos hábitos y costumbres para poder asimilar los de su lugar de residencia.
Por supuesto, también hay cabida para la nostalgia y el desarraigo, de forma que el individuo se ve despojado de sus raíces, siente que ya no pertenece a ningún sitio y piensa recurrentemente en lo que dejó atrás. Por todo ello, podemos resumir los principales efectos psicológicos de la migración de la siguiente manera:
Soledad: La persona migrante experimenta soledad y aislamiento no deseados, siendo especialmente desafiante al inicio ampliar la red social y formar nuevos vínculos. Esto se traduce en una falta evidente de apoyo social ante la dificultad.
Sumisión y complacencia: Llegar a un nuevo país es todo un reto, ya que la sociedad en la que se ve inmerso no siempre es acogedora. El miedo al rechazo o a la falta de integración puede hacer que muchas personas se comporten de manera extremadamente complaciente, renunciando incluso a su manera auténtica de ser, con todo el coste emocional que esto supone.
Disonancia cognitiva: Muchas veces, las personas que migran se sienten fuera de sitio en su país de destino. Es posible que sus valores y creencias entren en colisión con las del nuevo lugar, lo que puede provocar un conflicto interno importante.
Problemas de identidad: Cambiar de país supone conocer una nueva versión de uno mismo, dejando a veces atrás muchas costumbres, creencias y maneras que eran propias de la persona. Esto puede generar confusión respecto a la identidad, provocando dudas acerca de quién se es o qué se desea en la vida.
Emigrar cuidando la salud mental 😎
Como venimos comentando, afrontar un proceso de migración es duro y desafiante. Sin embargo, es posible navegarlo de una forma saludable con ayuda de algunas claves:
Acepta y expresa tu dolor: Migrar implica sufrir una pérdida y, por consiguiente, un duelo. En estos casos, reconocer que nos duele y poder sacar fuera nuestros sentimientos es de gran ayuda. Llora si lo necesitas, escribe lo que sientes en un diario, dibuja o pinta…cualquier medio de expresión es bienvenido.
Date tiempo: Adaptarse a un nuevo país es un proceso complejo y por ello requiere tiempo y paciencia. Es normal que los primeros meses te sientas ansioso, perdido, confuso… Si no dispones del apoyo de personas físicamente cercanas, contacta con los tuyos por teléfono.
Mantén una rutina ordenada y cuida tus necesidades básicas: Es importante que lleves una rutina lo más ordenada posible. Para poder sentirte emocionalmente bien, es básico que atiendas tus necesidades básicas de higiene, sueño, alimentación, etc. Es aconsejable que muevas tu cuerpo, lo cual puedes lograr con un simple paseo por la calle. Salir fuera, respirar aire y dejar que te dé la luz del sol es de gran ayuda.
PymTalks #10 ft Vega Pérez 🎙️🧠
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