¿Por qué las personas creen en teorías conspirativas?

¡Hola! En la Newsletter de hoy exploraremos el fenómeno psicológico y social detrás del aparente “boom” en la creencia en teorías de la conspiración, que explican fenómenos por la participación de grupos secretos, poderosos y siniestros. Veremos algunas de las más descabelladas y, como siempre, haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología.

¡Empezamos!

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

El boom de las teorías de la conspiración 🎥

Los seres humanos somos curiosos por naturaleza. Necesitamos comprender nuestro entorno y, gracias a esta sed de conocimiento, hemos obtenido impresionantes progresos como especie. Aunque nuestra capacidad de razonamiento nos ha llevado a conquistar grandes logros, estamos lejos de comportarnos como máquinas. Más allá del intelecto, poseemos un importante recurso de supervivencia: hablamos de las emociones.

Las emociones son reacciones psicofisiológicas orientadas a favorecer nuestra adaptación al medio. Debido a que se activan de manera rápida y automática, constituyen una vía de respuesta eficaz en ciertos escenarios. El camino de la estricta razón es potente pero lento, y es por ello que a veces nuestro sistema nervioso nos empuja a actuar más guiados por lo emocional que por lo racional buscando la eficiencia.

Comprender esto es importante, pues resulta crucial para entender algunos comportamientos humanos que, por ilógicos que parezcan, tienen un sentido. En particular, hoy vamos a enfocarnos en analizar el fenómeno de las teorías conspirativas y por qué estas despiertan tanta atracción en una parte de la población.

Antes de nada, vamos a definir exactamente qué entendemos por teoría conspirativa. Esta podría definirse como una explicación de un suceso que afirma la existencia de una conspiración por parte de grupos poderosos y siniestros, existiendo otras explicaciones más probables. Con frecuencia, estas teorías tienen una connotación negativa y están vinculadas con cuestiones de índole política. Además, no están basadas en argumentos objetivos, sino en prejuicios, convicciones emocionales o pruebas poco sólidas.

La realidad es que las personas no creen cualquier falacia a la primera de cambio. Normalmente, esta tendencia aparece o se acentúa en escenarios de incertidumbre donde abunda la desinformación. Según los expertos en psicología social, las explicaciones aparentemente descabelladas pueden, curiosamente, ser una especie de salvavidas que otorga sensación de control a las personas en situaciones abrumadoras. El ejemplo más reciente de ello lo encontramos en la pandemia por COVID-19, durante la cual nacieron infinidad de explicaciones (cada una más descabellada que la anterior) para el origen del virus.

La pregunta que quizá te estés haciendo es por qué en situaciones de confusión las personas tratan de aferrarse a este tipo de teorías. Pues bien, esto se debe a que los seres humanos recurrimos con mucha frecuencia a los llamados “atajos cognitivos”. Estos atajos son de gran ayuda a la hora de tomar decisiones de una manera más rápida y así economizar recursos cognitivos. Cuando afrontamos situaciones difíciles de entender, en las que no hay una explicación clara o razonable, analizar las cosas desde nuestra parte más emocional puede darnos una sensación falsa de claridad.

Así, las explicaciones más alejadas de la realidad pueden ser para muchos un bálsamo que ayuda a digerir asuntos que de otra forma serían abrumadores. De hecho, las teorías conspirativas no son en absoluto algo reciente. Estas siempre han estado presentes en las sociedades humanas de diferentes formas. El problema es que en el mundo actual las redes sociales han fomentado una difusión a gran escala de estas explicaciones, hasta el punto de que a veces parece difícil diferenciar qué es cierto de lo que no lo es.

Aunque este mecanismo tiene un sentido desde el punto de vista cognitivo, lo cierto es que puede traer consigo consecuencias muy negativas. Por ejemplo, en la pandemia muchas personas optaron por posicionarse como negacionistas, argumentando que el virus había sido una invención de los gobiernos para poder controlar a los ciudadanos mediante toques de queda y confinamientos. Por consiguiente, estas personas adoptaron en muchas ocasiones actitudes poco responsables que ponían en peligro su salud y la de los demás.

Las teorías conspirativas más descabelladas 🧐

A continuación, vamos a comentar algunas de las teorías conspirativas más descabelladas hasta la fecha.

• La luna es falsa: Han pasado unas cuantas décadas desde que Neil Armstrong pisó la luna en 1969, pero aún hay personas que se resisten a creer su hazaña. Y no sólo eso, incluso hay quienes niegan que la misma luna sea real.

• Sustancias químicas para controlar a la población: Seguramente hayas visto estelas blancas en el cielo como resultado de la trayectoria de los aviones. Algo que quizá veías como inofensivo es para muchos prueba irrefutable de que la humanidad está siendo gaseada por los gobiernos con el fin de esterilizarse.

• La tierra es plana: Aunque creas que existe consenso sobre esta cuestión, aún hay muchos grupos defensores de que el planeta donde vivimos no es de forma redondeada, sino plana.

• Los microchips en las vacunas: Las vacunas han sido una revolución en el ámbito sanitario, aumentando notablemente la esperanza de vida de las personas. A pesar de las múltiples evidencias, hay quienes defienden que las vacunas sirven para inocular microchips con el fin de rastrearnos.

• El 11-S fue premeditado por el propio gobierno: El atentado de las Torres Gemelas puso en vilo al mundo. A pesar del horror que supuso, aún hay quienes sostienen que este ataque terrorista fue promovido por el propio gobierno de Estados Unidos, con el fin de utilizarlo como excusa para restringir las libertades civiles.

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Un poco de actualidad en el mundo Psico 🆕

• Un estudio sugiere que las personas que sufrieron situaciones adversas en la infancia reaccionan menos a la metanfetamina, psicoestimulante muy usado ante alteraciones como el TDAH.

• Una investigación indica que la tendencia de la gente “de ciudad” a ser menos feliz que la gente de entornos rurales se cumple incluso en Dinamarca, conocido por ser uno de los países con mayores índices de felicidad.

• Los seres humanos utilizamos una manera de hablar especial al comunicarnos con los perros, y esta encaja con las habilidades de comprensión de estas mascotas.

• Una investigación indica que las áreas de los Estados Unidos de América en las que se prohíbe llevar armas se asocia a menos probabilidades de que se produzcan tiroteos masivos, contradiciendo la idea de que atraen a los potenciales homicidas.

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