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"Sentir te hace débil": desmontando mitos sobre el mundo emocional
🧿 A todos nos han educado, en mayor o menor medida, demonizando las emociones "negativas", haciendo que crezcamos intentando silenciar nuestro mundo sentimental 🧿
¡Hola! En la Newsletter de hoy hablaremos acerca de los mitos más extendidos acerca de las emociones, pues todos, en mayor o menor medida, hemos crecido en una sociedad que demoniza los sentimientos “negativos” y que nos insta a silenciar ese mundo emocional tan importante para nosotros. Del mismo modo, analizaremos la alarmante falta de educación emocional que vivimos a día de hoy y, como siempre, haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología.
¡Empezamos!
— Natalia Menéndez, Pol Bertran
Desmintiendo mitos sobre las emociones ❤️🩹
Aunque la salud mental es un tema cada vez más popular, lo cierto es que aún sigue siendo frecuente el desconocimiento acerca de nuestras emociones. A todos nos han educado, en mayor o menor medida, demonizando las emociones “negativas”, es decir, aquellas más desagradables.
Si un niño llora, se le anima a que deje de hacerlo; si se enfada, se busca la manera de que el enfado se vaya enseguida e incluso se le resta importancia al motivo que desató dicha emoción. También los celos, algo típico en la niñez cuando llegan nuevos hermanos a la familia, son demonizados con frecuencia, impidiendo al niño entender y atravesar su emoción en un momento de cambios importantes. Estos ejemplos forman parte de la normalidad de la mayoría, lo que indica que seguimos sabiendo muy poco acerca de cómo entender y manejar nuestros sentimientos.
El problema de esta forma de educar desde edades tempranas es que, con el tiempo, las personas llegan a la adultez con muchas carencias y muy poco conocimiento de su mundo interno. Ignorar una parte de nuestro espectro emocional simplemente porque no es placentero supone obviar importantes mecanismos de nuestro sistema nervioso que están ahí para protegernos.
Un primer paso para acercarnos a las emociones desde la aceptación con independencia de su valencia es desmentir algunas creencias equivocadas sobre ellas muy extendidas. Algunos de los mitos sobre las emociones más comunes son:
Las emociones desagradables deben ser ignoradas ya que son menos importantes que las agradables: Lo cierto es que las emociones desagradables son incluso más importantes que las agradables. Estados como la tristeza o la ira son molestos porque así debe ser. Si no lo fueran, no captarían nuestra atención y no nos llevarían a la acción. Por ejemplo, la ira hace que saquemos la fuerza para proteger nuestros derechos cuando alguien trata de pisotearlos.
Las emociones nos llevan al descontrol: Muchas personas viven reprimiendo sus emociones porque creen que, si las dejan salir, estás les llevarán al caos y la pérdida de control de sí mismas. Aunque esta creencia es errónea, a veces podemos vernos atrapados en una especie de círculo vicioso por el cual el miedo nos lleva a reprimirlas, por lo que sólo dejamos que salgan cuando no podemos más. Así, las emociones no salen de forma gradual y controlada, sino de forma brusca fruto de la acumulación. Con ello, se confirma una vez más esa falsa creencia de que las emociones son sinónimo de descontrol.
Las emociones nos hacen ser débiles: Otra idea muy común es la que sostiene que la fortaleza psicológica viene dada por la capacidad de ignorar cómo nos sentimos y seguir hacia adelante. Por ello, las emociones se vinculan con la debilidad ante los problemas. Sin embargo, esta creencia se aleja mucho de la realidad. Aunque quienes reprimen sus emociones pueden seguir funcionando en el corto plazo, el precio a pagar por ignorar cómo nos sentimos no tardará en pagarse en el medio y largo plazo. En cambio, quienes mantienen una relación sana con sus emociones tienen más capacidad para digerir los problemas y hacerles frente de manera adaptativa. Ignorar nuestros estados internos puede llevarnos a problemas psicológicos importantes e incluso a desarrollar problemas de salud físicos fruto de la somatización.
La ausencia de educación emocional en la sociedad ⛈️
Fomentar una relación sana con las emociones requiere empezar a mejorar la educación que se ofrece desde la infancia en materia de salud mental. Muchas dificultades en la etapa adulta pueden evitarse si se construye una base firme y un entorno que valide y dé espacio a todas las emociones desde el comienzo de la vida.
El papel de la familia en este sentido es crucial. Los padres deben actuar como un espejo capaz de reflejar los estados internos del niño desde sus primeros momentos de vida. Si el adulto es capaz de sostener, normalizar y regular cómo se siente su hijo, una gran parte de este trabajo está hecho.
Es clave manejar momentos de desbordamiento como las rabietas, saber transmitir al niño que no hay nada de malo en sentir enfado, siendo lo importante aprender a regular los sentimientos de una manera que no implique daño a uno mismo o a los demás.
Trabajar en el centro escolar la relación con las emociones es igualmente necesario, fomentando el uso de un vocabulario emocional diverso, así como permitiendo espacios de expresión entre los compañeros.
Las futuras generaciones podrán acceder a una educación emocional que no existió para nuestros padres y abuelos. Disponer de una mayor conciencia y permiso para experimentar los propios sentimientos supone un gran paso para mejorar la salud mental de toda la población, previniendo en muchos casos el desarrollo de posibles problemas psicológicos.
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