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Una emoción injustamente castigada: ¿por qué la tristeza es importante? 😢

Socialmente, la tristeza es concebida como algo negativo, de lo que debemos huir. Sin embargo, la Psicología nos muestra cómo este sentimiento es, en realidad, algo esencial para nuestro desarrollo emocional.

¡Hola! En la Newsletter de hoy hablaremos de la importancia de la tristeza, un sentimiento socialmente castigado y considerado como algo negativo, en nuestro saludable desarrollo emocional. Del mismo modo y como siempre, haremos un repaso de la actualidad en el mundo de la Psicología y recomendaremos lecturas para los más curiosos.

¡Empezamos!

— Natalia Menéndez, Pol Bertran

¿Por qué la tristeza es una emoción importante? ☔

Seguramente te has sentido triste en diversas ocasiones y el mensaje que has recibido de tu entorno ha implicado algunas frases como: “No llores”, “Anímate”, “No tienes motivos para estar así”...

Lo cierto es que la tristeza es una emoción con muy mala fama en general. Sin embargo, lo que mucha gente desconoce es que la tristeza es un estado fundamental para los seres humanos. Aunque se trata de un sentimiento desagradable, cumple funciones clave en nuestro funcionamiento como individuos.

Por eso, conectar con ella es necesario si queremos disfrutar de bienestar emocional. Es más, si decidimos evitar o ignorar la tristeza cuando aparece, lo más probable es que experimentemos consecuencias muy negativas a largo plazo en nuestra salud mental. Entre las funciones más destacables que cumple la tristeza se encuentran las siguientes:

  • Nos ayuda a parar y reflexionar: La tristeza suele activarse ante cambios, pérdidas, fracasos… En estos casos es crucial porque nos permite tomarnos un tiempo de pausa, bajar el ritmo y conectar con nuestro mundo interior. Esto nos ayuda a elaborar bien lo que hemos vivido, tomar decisiones y organizar nuestra mente para continuar sin llevar un lastre con nosotros.

  • Atrae la ayuda de los demás: La tristeza también tiene mucha relación con nuestra naturaleza social. Gracias a ella, quienes tenemos cerca pueden darse cuenta de que algo no va bien, lo que activa nuestra red de apoyo. Expresar nuestra tristeza permite obtener ayuda de los demás, sentirnos arropados y, por ende, facilita el camino para salir adelante. Mostrar nuestra vulnerabilidad también contribuye a formar vínculos más genuinos y profundos con nuestros allegados.

  • Favorece la aceptación: Conectar con nuestra tristeza es un paso imprescindible para aceptar la situación dolorosa que ha tenido lugar. Si pasamos por ella de puntillas, tampoco podremos asimilar el evento doloroso correctamente y esto supondrá un coste en el futuro. Aunque escuece, la tristeza es de gran ayuda para limpiar nuestras heridas y dejar que cicatricen bien. De lo contrario, nuestra herida seguirá abierta indefinidamente.

A pesar de todas estas funciones tan importantes, generalmente no se nos enseña a abrazar la tristeza. Cuando llega, enseguida nos apresuramos a hacerla desaparecer, distraernos y huir del malestar. Sin embargo, es difícil que podamos regular una emoción si ni siquiera dejamos que pueda salir.

Por eso, antes de ponernos en marcha para alejar la tristeza es importante que nos permitamos sentirla y expresarla. Intenta diferenciarla de otras emociones difíciles (ira, culpa…) y localízala en tu cuerpo. Trata de sacarla fuera de la manera que más cómoda sea para ti. No es preciso que llores, no todo el mundo exterioriza el malestar con lágrimas. Puede que te ayude escribir, dibujar, moverte, hablar con alguien… La cuestión es que no reprimas tu dolor y dejes que este salga de ti.

La mejor forma de gestionar nuestra tristeza es a través del autocuidado. Cuando peor nos sentimos, más importante es atendernos, saber parar, darnos lo que necesitamos en cada momento. El autocuidado es algo completamente personal, pero habitualmente requiere llevar a cabo acciones en diferentes aspectos:

  • Sueño y alimentación: Cuando estamos tristes nuestro cuerpo entra en modo reposo. Es entonces cuando más necesita que satisfagamos sus necesidades más esenciales. Trata de alimentarte bien y dormir horas suficientes.

  • Organiza una rutina estructurada: Cuando estamos tristes nuestra cabeza no está al máximo rendimiento. Por eso, tener un día estructurado nos permite hacer las cosas sin destinar demasiado esfuerzo a planear nada. Además, nos ayuda a activarnos y evita que nos dejemos arrastrar por la rumia, el aislamiento, etc.

  • Movimiento: El movimiento genera sustancias en el organismo que contribuyen a un estado de ánimo más orientado al bienestar. Nos ayuda a desconectar, activarnos y soltar tensiones.

  • Aprende a poner límites a los demás: Cuando estamos tristes toca bajar el ritmo y eso va a implicar decir que no a algunos planes, estar menos disponibles y requerir más tiempo para nosotros. Comunicar esto al entorno con honestidad es clave para no sobrecargarse haciendo un papel de cara a la galería.

La tristeza como emoción socialmente castigada 🛑

Como ya adelantamos al inicio, la tristeza es una emoción socialmente muy castigada. Desde nuestra infancia aprendemos que llorar es algo inadecuado, que estar triste no es correcto y que siempre debemos intentar estar alegres. Esto supone un problema importante, ya que no se nos enseña a gestionar todas nuestras emociones, solo una parte de ellas.

Lejos de lo que se suele creer, no hay emociones mejores que otras. Aunque algunas sean más desagradables, debemos entender que cada estado que vivimos tiene una razón de ser y una función adaptativa. Ignorar esta parte de nosotros implica construir una relación complicada con el dolor, lo cual conducirá paradójicamente a sufrir más de lo necesario.

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